jueves, 13 de febrero de 2014

Escuche mi consejo

Si algún día nos interesase analizar los consejos que nos dan, veríamos cómo las distintas generaciones llegan a un mensaje común pese a que los matices son bien diferentes. Tan solo nos hace falta escuchar a los mayores de nuestra sociedad -si somos capaces de invertir un poco de tiempo en ellos- para percibir (generalmente) un ansia por retener y por controlar exquisitamente en qué gastan su dinero. Las arrugas son el espejo retrovisor de otra época, estando en nuestro alcance, vamos a inquietarnos por su filosofía económica. ¿Por qué inculcaron a sus hijos el "deber de estudiar para poder colocarse bien"? ¿Por qué esa importancia a la alimentación? ¿Por qué lo percibimos como algo exagerado? Tienen una sencilla respuesta: "el dinero del tonto se escurre pronto".

La predeterminación ideológica y política que sufren los hijos son frutos de lo vivido por los padres en la Guerra Civil, transmitiéndose muy ligeramente a los desinteresados nietos. Sea aquí la trivialidad de "Las dos Españas", de la transmisión de ideas, de los intentos por romper con ellas y del retorno actual del caciquismo al país. Probablemente, haya sido este sentimiento de nuestros mayores por conseguir dinero -para asegurar un techo y alimentos- o el afán de retener bienes y consolidar un futuro a los hijos, lo que haya logrado que el mensaje neoliberal se haya inculcado con tanta fuerza en la sociedad. Ha aprovechado dicho sentimiento para introducir semillas de preocupación, de competición, de desinterés y de insensibilización. ¿Qué les preocupa a sus hijos? La continuación del "estudiar por un futuro puesto" que asegure una vivienda digna, o la sana ambición de aspirar a un alto puesto y así sentirse satisfechos por ver que sus primogénitos han llegado más "lejos" que ellos.

Nosotros, los hijos de los noventa y generaciones limítrofes nos vemos obcecados consciente e inconscientemente a buscar el dinero. En su mayoría no como medio para sobrevivir, como puente hacia situaciones felices o por necesidad real, sino por materiales que facilitan nuestra comodidad y nos dan una felicidad instantánea. Nosotros, sucesores de la experiencia de la Guerra Civil y de la Transición, nos hallamos en una burbuja donde los consejos de estas épocas lo vemos como algo atrasado, que no se adecua a los tiempos. ¿Dónde queda el interés por aprender de otros períodos? ¿Cuanta autocrítica sincera nos hace falta?

Aprender a escuchar, a reflexionar sobre la Crisis que nos han hecho creer, a considerar y ponderar aquello que se nos dice.

Entiéndase como se quiera.                                                                                  @JuanKoJuan