lunes, 17 de marzo de 2014

"El referente"

Siempre me he negado rotundamente a compartir la literatura que escribe uno para sí mismo con un público, pero dado que apenas esa audiencia se ve interesada por los frutos de la imaginación y prefiere la realidad bien masticada (lista para tragar), me veo motivado a compartir con los lectores un pequeño extracto de un ensayo que escribí hace tiempo. Aquí les dejo...


"No en vano, el referente se miente a sí mismo, y en consecuencia, miente a su alrededor con la intención indispensable de rellenar sus apetencias. Anhelos que vienen determinados y condicionados a lo largo de su vida, cuyo desarrollo pende de su disposición a desprenderse de aquello que la mayoría de los seres creen necesitar.

El individuo pretende, se siente a veces abrumado por dominar su interior. El individuo es miembro, (pese a sus intentos por salir del circuito), fruto del atosigamiento germinado por el poder de atracción del asfalto.

En cambio, el referente ha creído formar parte también de la carrera, su competitividad humana es al igual de fuerte que la del resto. Sin embargo, a la par que la prueba va avanzando, el referente pierde el interés y no se identifica con el ansia de los que creía sus semejantes.

Toma conciencia, decide ser el director de carrera, abandona su intención de obtener el oro. Contrincantes, algunos que hacen pasarse por cercanos, le señalan y respiran, pues el más duro de los rivales se ha rendido. 


Algunos ríen, se quitan el sudor de la frente. Otros se burlan, se engañan, se preguntan entre ellos, a sí mismos. Finalmente, una minoría, sospecha. El referente conoce a los que sospechan, sabe de la situación de los mismos y de su peligrosidad.

Pequeño vacío.
Ocurre el tiempo.
Tremendo vacío.

Le recuerdan, le critican, le juzgan, le reprochan, le murmuran, le censuran, le analizan y le avalan. ¡Ah! Que mal sabor de boca deja el oro"


Quédese estupefacto e impasible. No busque una interpretación. No lo haga, hágase un favor.


@JuanKoJuan 

Queda prohibido reproducir, copiar o hacer uso del escrito sin previo permiso.

jueves, 13 de febrero de 2014

Escuche mi consejo

Si algún día nos interesase analizar los consejos que nos dan, veríamos cómo las distintas generaciones llegan a un mensaje común pese a que los matices son bien diferentes. Tan solo nos hace falta escuchar a los mayores de nuestra sociedad -si somos capaces de invertir un poco de tiempo en ellos- para percibir (generalmente) un ansia por retener y por controlar exquisitamente en qué gastan su dinero. Las arrugas son el espejo retrovisor de otra época, estando en nuestro alcance, vamos a inquietarnos por su filosofía económica. ¿Por qué inculcaron a sus hijos el "deber de estudiar para poder colocarse bien"? ¿Por qué esa importancia a la alimentación? ¿Por qué lo percibimos como algo exagerado? Tienen una sencilla respuesta: "el dinero del tonto se escurre pronto".

La predeterminación ideológica y política que sufren los hijos son frutos de lo vivido por los padres en la Guerra Civil, transmitiéndose muy ligeramente a los desinteresados nietos. Sea aquí la trivialidad de "Las dos Españas", de la transmisión de ideas, de los intentos por romper con ellas y del retorno actual del caciquismo al país. Probablemente, haya sido este sentimiento de nuestros mayores por conseguir dinero -para asegurar un techo y alimentos- o el afán de retener bienes y consolidar un futuro a los hijos, lo que haya logrado que el mensaje neoliberal se haya inculcado con tanta fuerza en la sociedad. Ha aprovechado dicho sentimiento para introducir semillas de preocupación, de competición, de desinterés y de insensibilización. ¿Qué les preocupa a sus hijos? La continuación del "estudiar por un futuro puesto" que asegure una vivienda digna, o la sana ambición de aspirar a un alto puesto y así sentirse satisfechos por ver que sus primogénitos han llegado más "lejos" que ellos.

Nosotros, los hijos de los noventa y generaciones limítrofes nos vemos obcecados consciente e inconscientemente a buscar el dinero. En su mayoría no como medio para sobrevivir, como puente hacia situaciones felices o por necesidad real, sino por materiales que facilitan nuestra comodidad y nos dan una felicidad instantánea. Nosotros, sucesores de la experiencia de la Guerra Civil y de la Transición, nos hallamos en una burbuja donde los consejos de estas épocas lo vemos como algo atrasado, que no se adecua a los tiempos. ¿Dónde queda el interés por aprender de otros períodos? ¿Cuanta autocrítica sincera nos hace falta?

Aprender a escuchar, a reflexionar sobre la Crisis que nos han hecho creer, a considerar y ponderar aquello que se nos dice.

Entiéndase como se quiera.                                                                                  @JuanKoJuan