lunes, 8 de julio de 2013

A mí el aborto

Desde Hijos de los Noventa quizás se nos vea el plumero, pero oigan dicen que...
"Ofensa hace a los buenos el que a los malos perdona"

El intento de ilegalización del aborto en España, solo aplicable para las mujeres sin recursos


En los últimos años, entre los miles de debates pendientes en España, uno de ellos ha sido especialmente intenso, bien por la delicadeza que debe emplearse para tratar el tema o bien por la profunda contraposición ideológica entre los debatientes. Hablo del aborto, de la sangrante lucha entre pro abortistas y antiabortistas, de los infinitos argumentos a favor y en contra que se han mostrado en todas las primeras planas. 

En España, la conocida Ley del aborto, o Ley Orgánica 2/2010 de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo, entró en vigor en el año 2010 con el gobierno socialista de Zapatero. En ella se recoge de forma explícita la total despenalización de la práctica abortiva para mujeres mayores de edad durante las 14 primeras semanas de embarazo, ampliándose el plazo a las 22 semanas en caso de anomalía en el feto. Además, las mujeres entre 16 y 18 años, pueden optar también libremente al aborto incluso sin el consentimiento de sus padres o tutores si así lo prefieren.

Esta ley, como todas las que embarcan al país en un paso más hacia el progreso y hacia la aproximación a los demás países del marco europeo, no tardó en suscitar una seria polémica que puso en tela de juicio a la ética, a la ciencia, a la religión y sobre todo, a la política. El Partido Popular anunció ya en su campaña electoral la intención de reformar dicha ley, y la iglesia católica se cuidó muy mucho de tildar en sus discursos a la práctica abortiva como “criminal”

Como ya he dicho, saltaron a la palestra argumentos en contra como que desde la fecundación el ser vivo ya goza de humanidad, o que no es posible negar que el aborto es un asesinato en toda regla. En el otro lado del estrado, las feministas y los partidos políticos izquierdistas respondían estos ataques con los supuestos de libertad y legitimidad de la mujer para decidir. Ahora bien, uno de los argumentos más vanagloriados de los proabortistas fue y es el problema de la clandestinidad y la desigualdad que suscitaría la ilegalización del aborto. Y en este es precisamente en el que me quiero centrar, por estar totalmente a favor y por reconocer que es el único que tiene un fundamento sólido.

<<En el otro lado del estrado, las feministas y los partidos políticos izquierdistas respondían estos ataques con los supuestos de libertad y legitimidad de la mujer>>

Últimamente, la inmensa mayoría de la población española está a favor del recurrido tópico “las leyes son para los ricos”. Y la del aborto, o más bien, el intento de prohibición de la práctica abortiva en España, pese a estar conscientemente difuminada por los debates éticos, de igualdad y demás, deja también al descubierto un trasfondo tenebroso para las clases bajas de la sociedad. Dejando de lado la polémica que sugiere la decisión de una mujer de abortar, lo cierto es que su prohibición sólo sería aplicable para aquellas con menos recursos. Hablo del turismo abortivo, la posibilidad de viajar a un país en el que sí esté permitido abortar, sólo al alcance de aquellas mujeres con más recursos económicos.

¿Qué pasa por tanto con aquellas a las que su economía no les permita viajar? Quedan abocadas a la clandestinidad, poniendo en riesgo sus propias vidas y su salud de forma innegable. ¿Y aquellas que no se atrevan? Quedarán destinadas a traer al mundo hijos de los que no podrán hacerse cargo, a los que no podrán dar la vida que se merecen, condenados a seguir engrosando las listas de pobres de nuestro país.Y probablemente de éstos últimos, será de los que poco se acuerde el gobierno y la iglesia. La mujer rica que aborte en secreto fuera de nuestras fronteras será probablemente la misma que se posicione en contra del aborto en España, que se siente a misa los domingos y que vote al Partido Popular. 

Lo cierto, es que se necesita que los pobres seamos más, se necesita privarnos de libertad, desde el hipócrita discurso en defensa de la vida humana, cuando en el resto de ámbitos parece que es la propia vida humana lo que menos importa.

Una mujer que aborta por no poder darle a su hijo todo lo que necesite, una mujer que prefiere no traer al mundo un niño al que no se ve capacitada para criar, una adolescente que se ve sumergida en una situación que la supera, no es una criminal, no es una asesina. Es una valiente.­

Paloma Álvarez

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